La dislexia se caracteriza por un deterioro de la capacidad para reconocer palabras, lectura lenta e insegura y escasa comprensión, que, con frecuencia viene acompañada de otras alteraciones en la expresión escrita, el cálculo o algún otro tipo de trastorno de la comunicación.
Para la mayoría, la lectura es o debería ser una actividad placentera, una fuente de satisfacción, pero para las personas que tienen dislexia leer se convierte en una lucha contra la palabra escrita y en muchas ocasiones tratar de resolverla puede llegar a ser una tarea frustrante y casi imposible. Sin embargo otras veces se supera, convirtiéndose el problema en una auténtica conquista personal. De hecho, existen varios escritores de renombre que sufren dislexia lo que demuestra que quien lo sufre, no solo puede conseguir sobreponerse a esta dificultad, sino que cuando el ser humano se lo propone puede llegar muy lejos. Aunque se ha hecho un esfuerzo considerable por encontrar formas de facilitar el proceso de lectura a los disléxicos, desgraciadamente aún hay quienes no le dan la suficiente importancia a este mal que afecta como mínimo a una población de entre el 5% y el 10% y los que lo padecen son frecuentemente mal entendidos, marginados y tratados injustamente. Para alguien que no tiene problemas con la lectura es tremendamente difícil ponerse en la piel de un disléxico e imaginarse cómo percibe este la palabra escrita.
Sam Barclay, un diseñador gráfico que sufre dislexia, ha publicado un libro llamado «I Wonder What Its Like to be Dyslexic» (Me pregunto qué se siente al ser disléxico), en el cual el lector se va a sentir con la misma limitación para la lectura que alguien que sufre la enfermedad. El lector tendrá que luchar contra el entendimiento desordenado de las letras durante toda la lectura.
El resultado del mismo ha sido una elegante y maravillosa joya tipográfica en la que las letras que conforman los textos juegan todo tipo de malas pasadas a la vista, desapareciendo o intercambiándose de lugar de forma aleatoria. Fascinante y frustrante a partes iguales. Junto a los textos en clave disléxica aparecen pequeños párrafos que amplían la información y aclaran esa confusión que muchas personas sienten a diario al enfrentarse a un texto escrito. Barclay también utiliza una palabra simple, como Reading para colocar las letras de forma desordenada, tal como la ve él: GNIDAER, GINADRE, IGANRDE, IAGRNED
El proyecto buscaba fondos vía crowdfunding desde Kickstarter , y ha sido un éxito tanto de aportes económicos (con más de 60.000 recabados entre casi 1.500 personas), como de críticas y reseñas en los medios más prestigiosos, como Wired o Medical Daily.
Y el libro no es para menos ya que debería ser una obra de consulta obligatoria para todos aquellos que tengan que tratar en su vida diaria con alguna persona disléxica y quieran entender las dificultades que tienen que atravesar este tipo de personas cuando intentan dominar la lectura.