Si nos encontramos ante un accidente de tráfico y nuestro cuerpo comienza a sudar, nuestra respiración se acelera, nos tiemblan las manos y el corazón parece salirse del pecho, lo atribuimos al impacto emocional que nos causa esa situación. Pero si esto mismo nos ocurre al entrar en un ascensor, centro comercial o en el metro, o quizás, al acudir a una fiesta, puede que lleguemos a pensar que nos estamos volviendo locos o que tal vez, vayamos a sufrir un infarto. Sin embargo, la realidad es muy diferente, Simplemente estamos sintiendo una reacción de ansiedad.
La ansiedad es una respuesta emocional de nuestro organismo ante la percepción de un peligro o amenaza que se manifiesta mediante un conjunto de respuestas agrupadas en tres sistemas: Cognitivo, fisiológico y motor.
A nivel cognitivo aparecen síntomas como aprensión, inseguridad, falta de concentración, o dificultad para tomar una decisión. El nivel fisiológico se caracteriza por palpitaciones, tensión muscular, sequedad de boca, escalofríos o temblores y sudoración o tartamudeo.
¿Cómo diferenciar cuando es una respuesta de ansiedad normal y cuando no? un ruido inesperado, pasos que se acercan en la noche, una calle solitaria, gente que corre asustada, pueden producir de forma inmediata una reacción de ansiedad que prepara a las personas para la acción.
Los cambios corporales que tienen lugar en estas situaciones sirven de preparación para llevar a cabo con más posibilidades de éxito un comportamiento de huida o ataque, ante aquella situación que supone una amenaza.
Sin embargo cuando la ansiedad tiene lugar frecuentemente de forma poco adaptada o ajustada a la situación en la que se encuentra el individuo, por ejemplo, cuando alguien tiembla al ser observado, nota sequedad en la boca al comenzar a hablar, o siente como el corazón se acelera al pensar en sus problemas, diríamos que se encuentra ante una reacción desadaptativa de ansiedad.
Existen diferentes tipos de problemas de ansiedad dependiendo de cuál sea el estímulo temido: espacios cerrados, reuniones sociales, situaciones de la vida cotidiana, miedo a enfermedades o contagios, miedo a sucesos pasados, etc.
En la actualidad existen diferentes técnicas capaces de dotar al individuo de estrategias para hacer frente de forma óptima a esas situaciones que generan ansiedad. Estás estrategias se adaptan a cada persona.
Tras un proceso de evaluación en el que el profesional estudiará cuáles son las carencias tanto fisiológicas, como cognitivas y motoras, se desarrollará un tratamiento individualizado con el objetivo de ayudar a las personas a enfrentarse al objeto de su ansiedad.
Cuando aparecen los primeros síntomas de este problema es necesario buscar ayuda profesional, evitando que este progrese y pueda llegar a complicarse, con otros trastornos psicológicos.