Las circunstancias que nos rodean en este momento no solo afectan a los adultos, sino también a los más pequeños de la familia; la incertidumbre, la preocupación, el cambio de rutinas, la convivencia, etc…
Es posible que hayas observado cambios en la evolución de la enuresis de tu pequeño, e incluso en niños que ya hubieran llegado al control diurno y nocturno pueden aparecer episodios de sabanas o ropa mojada. Recordad qué es la enuresis y cómo funciona puede darnos información para ayudar a nuestros pequeños.
La enuresis o incontinencia urinaria se considera un problema cuando el niño ha alcanzado la edad madurativa deseable para su control y continúa haciéndose pis encima.
Según el DSM-IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría, para el diagnóstico de la enuresis deben cumplirse los siguientes requisitos:
1. Emisión repetida de orina en la cama o en la ropa, ya sea de forma involuntaria o intencionada.
2. El comportamiento es clínicamente significativo -se manifiesta con una frecuencia de dos episodios semanales durante, por lo menos, tres meses consecutivos- o es causa de deterioro social, ocupacional, etcétera.
3. La edad del niño es de, al menos, cinco años.
4. La emisión de orina no se debe al efecto fisiológico directo de una sustancia -por ejemplo, un diurético- ni a una enfermedad médica -como la diabetes, la espina bífida o las infecciones urinarias-.
La enuresis es quizá uno de los problemas más habituales en la infancia: se estima que cerca del 20% de los niños de más de cinco años moja su cama por las noches. Se suele diferenciar entre enuresis diurna y nocturna, y esta última es la más frecuente: supone cerca del 80% de los casos. Se da más en niños que en niñas; en general, las niñas tienden a adquirir el control vesical antes que los niños.
También podemos diferenciar entre enuresis primaria o secundaria. La primaria se refiere a los casos en que no ha existido nunca control de los esfínteres de la vejiga, mientras que la secundaria es aquella que aparece tras un periodo en el que sí ha habido un control total.
Muchos son los factores que pueden desencadenar la enuresis, y a menudo no se debe a uno en concreto, sino a la suma de laguna de estas causas:
Antecedentes familiares. Si uno de los padres sufrió enuresis nocturna el niño tendrá un 45% de posibilidades más de mojar la cama.
Disminución de la capacidad de la vejiga.
Retraso madurativo. Es probable que el pequeño con enuresis tenga un retraso en comparación con sus compañeros.
Producción de orina aumentada por la noche, debido a la ingesta de líquidos antes de acostarse.
Trastorno del despertar. Hay casos de niños con un sueño tan profundo que les cuesta ser conscientes de que su vejiga está llena y despertarse por la noche para orinar.
Enfermedades, como infecciones urinarias o diabetes.
Situaciones estresantes: cambio de colegio, nacimiento de un hermano, separación de los padres, etc. Por lo general, las circunstancias de tensión son las responsables de la mayoría de las enuresis secundarias.
Factores relacionados con el aprendizaje. El niño no ha adquirido la respuesta de contraer el esfínter y despertar ante el estímulo de la vejiga llena. También puede ser que no se hayan dado las condiciones ambientales necesarias para que el aprendizaje tenga lugar y que se hayan adquirido hábitos inadecuados para el vaciado de la orina
¿Cómo ayudar al niño?
– Primero es necesario conseguir el control diurno y que el niño haya conseguido dos semanas levantarse con pañal seco.
– Hay que iniciar la rutina cada noche de ir al baño justo antes de acostarse.
– Para avanzar en el control nocturno, puede ayudar al niño el enseñarle a intentar controlar la orina algo más de tiempo (el máximo que él pueda), así como proponerle «jugar» a soltar y retener el pis varias veces cuando vaya al wc.
– Es importante asegurar un ambiente relajado, tranquilo y comprensivo.
– No presiones ni hagas verbalizaciones negativas antes los fallos
– Recuerda que cada niño tiene su propio ritmo. Hay que confiar en el desarrollo del niño, estimularlo positivamente y enseñarle. Nunca exigirle.
– Una vez hayamos iniciado el programa de entrenamiento, es recomendable intentar no volver a ponerle el pañal, aunque tengamos que cambiarle muchas veces.
– Conseguir unos buenos hábitos de higiene personal requiere por parte de los padres mantener una rutina, orden y horarios fijos que permitan al niño automatizar el hábito que queremos conseguir y con ello, una mayor autonomía.
– Los padres debéis mostraros pacientes y perseverantes, ir paso a paso y tener sentido del humor.
Es decisivo el diagnóstico precoz de la enuresis nocturna. Es aconsejable realizar una evaluación médica que descarte la existencia de una causa fisiológica. Ante la inexistencia de patología física es el momento de llevar a cabo una intervención psicológica, evaluar, diagnosticar y desarrollar un tratamiento adecuado a cada niño, con el objetivo de optimizar el entrenamiento en el control de esfínteres.
Los tratamientos psicológicos se basan en técnicas de modificación de conducta, terapias motivacionales y entrenamiento en ejercicios para aumentar la capacidad funcional. Dicho tratamiento utiliza habitualmente métodos de alarma que refuerzan la adquisición de la respuesta de despertar cuando el niño tiene la vejiga llena.
Importante añadir que la enuresis nocturna puede general en los niños aislamiento social o vergüenza, al realizar actividades que sean de grupo o impliquen el dormir fuera, como campamentos o simplemente dormir en casa de algún amigo.
Los castigos, actitudes paternas demasiado exigentes o demasiado permisivas, restringir líquidos por la noche, levantar al niño por la noches o el uso de pañales, son medidas habitualmente utilizadas por los padres, pero que lejos de ayudar a resolver el problema, suelen interferir negativamente en la solución de la enuresis nocturna.
Autora: Eva Mª Miguel Casillas